Yo intento vaciarlo, como la copa de vino que ocasionalmente se vacía entre mis labios.
Intento no escucharlo, como las palabras necias que vienen a querer taladrar mis oidos para penetrarme.
Intento evaporarlo, como el humo del cigarro que de vez en cuando se expulsa haciendo piruetas y desaparece en el aire.
Intento saber que es lo que quiere exactamente sabiendo que me equivocaré de nuevo.
Intento tapar esas fugas de gotitas rojas que a veces escapan de sus heridas.
Intento reanimarlo pensando que está muriendo cuando late con la constancia de un reloj y sintiendolo dolorosamente en mi pecho.
Si pones tu oido podrás escucharlo contar historias.
Este corazón que sigue queriendo.