jueves, 10 de noviembre de 2011

Campo de batalla

Tengo una herida que palpita en el centro de mi corazón, donde nadie puede aliviarlo y mitigar este dolor.

Una herida hecha de pesares ajenos, que son los que mas duelen cuando somos testigos impotentes, hecha de sangre y lágrimas.

Este corazón que tengo y que esta hecho de un material indestructible que ha resistido los golpes más certeros y este espíritu que quisiera no haber combatido tanto entre ángeles y demonios, entre el cielo y el infierno.

No sé en que momento mi fortaleza se vio invadida de tantos enemigos , ni cuando comencé a cargar más de lo que podría resistir.

Ignoro que pruebas tengo que superar para pasar a otro nivel donde este dolor no se sienta tan vivo, donde estos combates internos no dejen tantos heridos, tanto de todo.