Te escribo porque sé que me lees, porque me salen mejor las letras que las palabras por los labios y es que se me ha hecho hábito guardar silencio y resignarme a lo que me regala la vida.
Igual me acostumbré a quedarme al margen de tu vida, a que cuando me veas solo sea por el rabillo del ojo como no queriendo la cosa y sabemos que es lo mejor aunque a veces he llegado a tener mis dudas. Por eso comencé a creer en los fantasmas.
Quizá no fuí, quizá no fuiste, quizá solo nos faltó mucho más voluntad y un poquito más de ganas de arriesgar. Quien dice que todos podemos brincar al vacío sin pensar dos veces.
Hoy me entrego a lo inevitable como en un sacrificio humano, con mis ataduras invisibles en las manos. He aprendido a mirar a otro lado cuando me preguntan y a fingir que no pasa nada.
Yo sé porque todos lo dicen que mañana será otro día, pero los días nunca fueron el problema sino las noches.
1 comentario:
las noches, interminables, asfixiantes, humeantes noches... digo, no lo se de cierto, pero lo supongo... sin embargo, creo que lo unico inevitable es que todo es posible...
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