A veces me siento una mujer con un laberinto lleno de puertas cerradas en mi interior, me dá por internarme en ella y sentir en mis narices el olor a humedad tibia de lo viejo, sentir las paredes llenas de historia y cuando las toco mientras camino en mis dedos me quedan restos de nostalgia.
Hay puertas que nunca abro por temor a que me salten encima esos demonios internos que logré encerrar con el tiempo y me destrocen el espíritu de nuevo, hay otras en cambio que de vez en cuando entreabro para observar esos recuerdos que me siguen provocando emociones que acarician mi memoria y me permiten seguir sonriendo. Hay puertas que arden y con solo tocarlas me provocan mucho daño pero aun así sigo volviendo a ellas.
Más nunca me interno en ese laberinto por largo tiempo por temor a perder el camino de regreso y olvidarme de la luz ahí afuera.
Vueltas retorcidas me han llevado a encontrar cosas que creía olvidadas y se reflejan en mis ojos todo lo que oculto con el silencio, dicen que de pronto ellos hablan y cuentan cosas a veces con inocencia e ingenuidad y otras con resentimiento.
1 comentario:
Siempre encontraras la salida amiga, estas hecha de memoria tambien.
Un abrazo muy fuerte.
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